La joyería, una pasión heredada
La joyería siempre ha sido sinónimo de elegancia, prosperidad y buen gusto. De cierta forma, simboliza estatus y lujo. Un complemento del buen vestir, considerada incluso como inversión, una forma de seguridad económica para tiempos de crisis, y utilizada hasta como moneda en épocas de guerras y recesión.
Si bien es cierto el tema de las joyas siempre me ha parecido un mundo fascinante, no fue sino a principios del nuevo milenio que se convirtió en toda una pasión, esto gracias a las tardes que pasé junto con el señor Mauricio Ungar que de Dios goce, uno de los mejores joyeros que he visto y con quién muy amablemente compartió conmigo varias tardes en su joyería Ungar Jewelry & Diamonds; ubicada en aquél entonces en el primer piso del Mall San Pedro, su conocimiento y experiencia sin duda me ilustraron, pero su talento y las impresionantes creaciones que logró plasmar durante toda su vida hicieron que apreciara y valorara esta bello arte de expresión.
Usar joyas no es un asunto de género
Adornarse para distinguirse de los demás, es un impulso inherente al ser humano y que experimentan ambos sexos por igual.
Durante siglos los títulos de la nobleza se otorgaban en forma de joyas: a veces como grandes medallones sostenidos por gruesas cadenas, piedras incrustadas en coronas y otras como anillos en los que estaban grabados los escudos de las familias nobles; tanto así que los documentos oficiales o notas reales eran sellados con la impresión de anillos y cera sobre el papel.
No obstante, con la llegada del siglo XIX ,y con ella la revolución industrial, la moral victoriana y las primeras nociones de la “modernidad”, hicieron que la joyería masculina empezara a decaer pues se le consideraba una ostentación innecesaria y un despliegue de vanidad poco deseable entre los hombres; por lo que fue decayendo. Para el siglo XX la joyería masculina había adquirido tan mala reputación que prácticamente, el único accesorio que se le permitía llevar al hombre era el reloj de pulsera.
Sin embargo, en los últimos tiempos, ha cambiado esta visión prejuiciosa sobre la joyería masculina que ahora resurge como una parte importante de la moda. Entre las nuevas generaciones las joyas abstractas de un diseño claramente masculino cobran cada vez más popularidad. Esto explica porque marcas como Swaroski incluyan su colección masculina en la que el acero se intercala con los famosos cristales de la marca que, en su versión para caballeros, con un corte más sencillo y discreto que las creaciones para las musas de hoy.
La joyería en constante evolución
La joyería ha sobrevivido a través del tiempo, sus estilos y diseños han marcado junto con el resto de las artes, un período específico siempre influenciado por la moda del momento. Ha representado épocas, culturas y se ha hecho presente durante diferentes capítulos de la historia y de las costumbres de la humanidad.
Tristemente, con el transcurrir de los años, la joyería antigua ha desaparecido en gran parte ya que, al pasar de moda, se han deshecho piezas desengastando las gemas y fundiendo los metales para producir cosas más novedosas o acordes con la influencia del momento. Esta es la razón, por la cual la joyería de alta calidad de finales del siglo XVIII y principio del siglo XIX, que además se encuentre en su estado original, se cotiza a valores muy altos en subastas y anticuarios, especialmente si la pieza pertenece a alguna firma de renombre o de notable procedencia.
El mundo oculto del orfebre
Sin duda todos o la gran mayoría recordamos el tradicional anillo de graduación, la cadena de oro con una placa con nuestro nombre, la primera esclava de oro, los dijes de corazón partido que compartíamos con nuestras parejas o novias o el anillo de compromiso y de matrimonio; que por lo general estamos acostumbrados a acudir a una joyería para obtenerlos, y aunque hay muchas y de muy buena calidad en el país; existe toda una gama de opciones desconocidos por la mayoría y que motivó a escribirles de ellos, me refiero a los orfebres nacionales.
Hoy les traemos una propuesta diferente, un giro a la costumbre y una oportunidad de conocer a algunos de los referentes de la orfebrería en joyas más importantes del país. El pasado sábado tuvimos el agrado de organizar un conversatorio, para conocer más sobre ellas, la industria y las situaciones a las que se enfrentan día a día y que no teníamos una idea, este es el behind the scenes del mundo de la orfebrería.
Una de las conclusiones a las que llegué en dicha actividad refiere a las cualidades y conocimientos que debe tener un orfebre para poder hacer realidad lo que en su mente ha diseñado? –sin duda son muchas, pero la dedicación, la paciencia para largas jornadas de horas y horas intensas de trabajo continuo, y de dedicación para volver a empezar de nuevo cuando las cosas no salen bien. Pero aunque parezca difícil de creer ese esfuerzo no es suficiente, tiene que complementarse con varios estudios de diversa índole, por ejemplo, hay que saber de dibujo y de diseño, de química y de construcción para el manejo de herramientas, de gemología, de cómo tratar sustancias muy peligrosas algunas cancerígenas inclusive, de responsabilidad con el medio ambiente; pero por sobre todo lo anterior, un orfebre debe contar con una verdadera pasión por su trabajo.
Otro lado poco conocido de la orfebrería, es lo arduo que es, ya que no es una profesión delicada, para nada, literalmente hay que ensuciarse las manos para crear, y exponerse a una serie de riesgos al trabajar día a día con sales, ácidos y bases; agentes químicos, metales en forma de polvos, humos y aerosoles; en joyería debes soldar a altas temperaturas, pulir, lijar, entre otras, con qué consecuencias? pues la exposición a niveles altos en ciertos químicos puede producir respiración jadeante, estrechamiento de los bronquiolos, hinchazón y espasmos de la garganta, asma, asfixia, coloración azul de la piel, pueden producirse salpicaduras de ácido y soldadura que producen en la piel quemaduras muy dolorosas que curan muy mal, acumulación de líquido en los pulmones e incluso la muerte.
A pesar de esto, no existe supervisión del estado, la normativa es muy escueta y lo peor aún, no existe seguro que cubra a esta profesión.
Con todo lo anterior, el común de la sociedad podría pensar que en esta actividad no hay cabida para las féminas, pero no se dejen engañar!, ya que esa impresión no puede estar más alejada de la realidad de nuestro entorno, pues es una industria cuyos máximos exponentes son precisamente mujeres.
Los estigmas de una profesión en crecimiento
La orfebrería en nuestra sociedad es incomprendida, llena de prejuicios y estigmas, uno de los más relevantes, según nuestras invitadas gira en torno a la idea de que lo hecho a mano, debiera ser más barato. El orfebre es quizás el único que hoy trabaja como se hacía antes, de manera totalmente artesanal, lo que más bien debiera dar mayor valor a su trabajo, quizás esta impresión tiene su fundamento por la desinformación de la profesión y a la confusión de diferenciar a la orfebrería de la bisutería y de la joyería tradicional.
Esta diferenciación resultó un poco complicado de comprender, pues la definición varía según el país que se trate, en síntesis podríamos decir que quien arma collares hace bisutería o sigue siendo un tipo de orfebrería pero con técnicas más básicas, cuando hablamos de orfebre por lo general se refiere a alguien que trabaja con calor, con soldadura, con técnicas más avanzadas, no obstante en una definición mucho más amplia, el orfebre abarcaría todo el trabajo de los metales, siendo la joyería una de las tantas formas de hacer orfebrería.
Finalmente, cuando hacemos mención a joyería, estamos hablando del trabajo que se hace con metales preciosos como son oro, plata, platino y piedras preciosas como son el rubí, zafiro, esmeralda y diamantes. Para dedicarse a la orfebrería primero tienes que haber aprendido de joyería y luego seguir aprendiendo varios años. Por lo general, se dice que el taller de joyero se puede comprar, mientras que uno de orfebre se hace con el tiempo.
Hoy en día la joyería contemporánea toma de la joyería tradicional su historia y la técnica y le agrega ciertos valores como el diseño, el vínculo de la joya con el cuerpo, el uso de materiales no convencionales, la inclusión de contenido en el proceso creativo y otras características relacionadas con el proceso pos-moderno. Dependiendo de la pieza que se trate, puede consumirse más de 40 horas de trabajo.
Si tomamos en cuenta que cada vez más se hacen las cosas de manera mecánica y el orfebre, dentro de muchos años, seguirá trabajando de forma artesanal con la importancia que eso supondrá para la gente que sólo tendrá en él a la persona que pueda hacerle trabajos personalizados, y de manera artesanal, razón por la que el futuro de este oficio se presupone se mantendrá durante mucho más tiempo.
Joyas con alma
Las joyas dicen mucho de quien las luce. Cada vez que alguna persona se pone un anillo, un colgante o un par de aros se envían señales, de la personalidad, del estado de ánimo, de la manera de relacionarnos con otros y con nosotros mismos.
Y porqué debiéramos ir a un orfebre en lugar de visitar a una joyería tradicional?, pues bien, cada obra que realizan nuestras invitadas tiene un sello único, íntimo y personal; el contacto orfebre-cliente hace que todas piezas lleven un significado especial, difícilmente una pieza se parecerá a otra y la participación en el diseño o incluso en algunos casos hasta en el proceso de producción convierten una alhaja en un legado, podría decirse que cada pieza transfiere un sentimiento un significado especial.
Si bien la tecnología ha contribuido a disminuir costos y tiempos, la copia en masa hace perder la esencia de la creatividad orfebre que conlleva en sí la búsqueda de un concepto, llevado al diseño y finalmente a una creación original, hoy en día los avances en la industria facilitan que una pieza pueda ser duplicada velozmente las veces que se quiera prostituyendo un poco el mercado. Se puede encargar el realizar un trabajo, pero cada orfebre lo realizaría con un estilo propio, eso sin separarse de los parámetros que te marque el que te lo encarga.
Hay mucho peligro a la hora de comprar alhajas, los certificados que muchas joyerías ofrecen no siempre son garantía real de autenticidad, debemos siempre investigar acerca de la calidad, la reputación y la seriedad del lugar al que compremos nuestras joyas.
Los invitamos a atreverse a invertir en piezas valiosas diseñadas con propósito, hechas a mano y únicas. Sin duda el trabajo de las orfebres Jina González, Laura Contreras, Ariana Castillo, Andrea Castillo y Julieta Odio, te sorprenderán por su talento creativo, servicio, responsabilidad y calidad de sus piezas, gemas, piedras preciosas y materiales tanto tradicionales como alternativos.
A partir de mañana les presentaremos una a una cada marca para que usted pueda escoger su favorita, recuerde comentarnos qué les pareció y cuál es su favorita.
¡Gracias por leernos!
Chris Q.
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Actualizado 10 de abril 2023